En el silencio absoluto de la pequeña pero fría casa, escuchó una débil y ahogada voz proveniente del pasillo muy mal iluminado.
Pensando que era su prima haciéndole una broma decidió salir a su encuentro, pero se llevó una sorpresa al verificar que el lugar estaba completamente desolado. Con una rara inseguridad se acercó a la pared para enderezar un feo cuadro familiar, cuando de él salió una mano mohosa y la misma voz ahogada pidiendo auxilio.
Karina luchó contra la mano que la arrastraba al interior del cuadro, pero el pánico y la asfixia le quitaban fuerzas. Reconoció en la fea mano el anillo de su bisabuela desaparecida misteriosamente. Miró desesperada esperando que alguien apareciera, pero nada sucedió y fue llevada al otro lado del cuadro. Desde allí, cuando finalmente su prima se acercaba llamándola, se escuchó un débil y ahogado grupo de voces diciendo bienvenida.
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